lunes, 10 de febrero de 2014

Literatura como Epifanía de Liberación


Las epifanías de Los muertos
Andrés Crelier

La palabra "galocha" proviene del griego kalopus, "pie de madera", por la vía del latín y del francés. Las galochas son zuecos para andar por la nieve, el agua o el lodo, por lo que sólo donde suelen reinar ciertas condiciones meteorológicas pueden llegar a ser conocidas como medio para proteger los pies de la humedad que atraviesa el calzado. Sin embargo, incluso en esos lugares es preciso que la moda, primero, y la costumbre, después, las hayan difundido.
Las resonancias de las palabras indican el recorrido de las costumbres: el susurro francés de la palabra inglesa goloshes indica que esa prenda llegó a la isla de Gran Bretaña desde el continente europeo. De hecho, en el Dublín del recién iniciado Siglo XX todavía no se trata de un implemento usual. La esposa de Gabriel, el protagonista del cuento Los muertos de Joyce (1914) , se burla de que su marido le exija usar galochas cuando nieva. Pero la solicitud de Gabriel, índice del amor por su esposa, es objeto de las risas de todos los que, en una ronda que comprende al protagonista, su esposa y sus dos tías, se burlan de esos cuidados. En realidad, todos ríen menos el propio Gabriel y la tía Julia. (Cuento incluido en Dubliners, (Primera edición: Londres: Grant Richards, 1914; edición usada: Nueva York: Dover Publications, 1991). Entre las traducciones al español se incluyen las siguientes: Dublineses, Barcelona: Lumen, 1972; Madrid, Alianza, 1974, Madrid: Ediciones El País, 2002 (en las tres, la traducción es de Guillermo Cabrera Infante); Dublineses, Madrid: Cátedra, 1993; Los muertos, Madrid: Alianza, 1994)
La tía Julia es vieja, "sus ojos lentos y labios separados le daban la apariencia de una mujer que no sabía dónde estaba o hacia dónde se dirigía". En el filme de John Huston (1987; en español: Desde ahora y para siempre) –que lleva con perfección a imagen visual lo que el cuento propone a la imaginación- la mirada algo perdida de la tía Julia se complementa con una postura corporal que tiene la incertidumbre de la vejez. Luego de haber mirado a uno y a otro mientras ríen (en el filme), "la sonrisa se desvaneció de la cara de la tía Julia y sus ojos sin alegría se dirigieron hacia la cara de su sobrino" (en el cuento): "¿Y qué son galochas, Gabriel?, preguntó".
Esta situación no parece tener nada de particular. De hecho, no entender el motivo de la risa de alguien nos sucede a diario, muchas veces por no conocer el contexto en el que se apoya el chiste. En esos casos resulta conveniente hacer pasar desapercibida nuestra ignorancia con una risa fingida, inmotivada pero de la misma intensidad. La tía Julia, en cambio, no sólo no ha comprendido, sino que se encuentra algo alejada de la mundaneidad de la reunión que se da en su casa, y no articula los recursos que le permitirían sortear su desconocimiento acerca de la evolución del idioma y de las costumbres. Su vejez no se manifiesta en una falta de memoria, de facultades corporales o en haberse quedado sencillamente en el tiempo –canta melodías ya desaparecidas-, sino en que ha perdido el savoir faire de conectarse con el mundo. Cuando le explican lo que son las galochas y que, según Gabriel, todos las usan en el continente, la tía Julia murmura: "¡Oh!, en el continente", "moviendo la cabeza lentamente en el gesto de afirmar", y poco después se escabulle para seguir recibiendo a los invitados.
Si bien esta escena, en la que Julia patentiza su desconcierto ante la marcha del mundo, es sólo un momento de la película y del cuento, su contenido es más profundo. No es común que la literatura (y el cine) capten situaciones vitales breves tan significativas como ésta. Lejos de las largas reflexiones envolventes de Proust (por poner un ejemplo extremo) que saturan de interpretaciones los pequeños sucesos –recuérdese las reuniones sociales en las que cada gesto y cada palabra son objeto de infinitas frases interpretativas que buscan agotar todas sus implicancias sociales y psicológicas- Joyce suele mostrar momentos que permanecen resonando por su propia fuerza estética en un vacío de interpretaciones explícitas pero pleno de significado. Si la frase tiene éxito, el objeto mostrado –la imagen, la situación, el gesto o la palabra- sintetiza instancias diversas que no precisan ser explicadas.
Se trata, como se sabe, de epifanías. Joyce busca en toda su obra la manifestación de algo espiritual, que trascienda lo percibido pero que sólo sea aprensible a través de los sentidos: las epifanías se encarnan, a menudo en los momentos más ordinarios, insignificantes y fugaces. De hecho, un valor espiritual se resalta mejor en el contexto de lo ordinario, y el valor eterno de un significado queda mejor grabado en el momento más evanescente.
El propio Joyce desarrolla una teoría de la epifanía en Stephen Hero, obra temprana editada póstumamente en la que el protagonista (Stephen) le cuenta a su amigo en qué consiste la belleza estética. ( Se trata de fragmentos que Joyce retomaría para su obra A Portrait of the Artist as a Young Man. Los fragmentos en cuanto tales fueron publicados trece años después de la muerte de Joyce con el título de Stephen Hero (Nueva York: New Directions, 1955). Hay traducción al español: Stephen el héroe, Barcelona: Lumen, 1978 (traducción de José María Valverde).
En un primer momento, señala, reconocemos que el objeto es una cosa separada del resto del universo, luego lo aprehendemos como una estructura analizable en partes, y finalmente se nos revela como un entramado de relaciones perfectas. Es entonces cuando adquiere un brillo que lo transforma en un episodio epifánico, en una repentina manifestación espiritual. El artista, continúa Stephen, debe recolectar esos momentos poco sustanciales de la realidad en los que se realiza la belleza estética. Para Joyce (quien habla por boca de su protagonista) la tarea del artista es capturar las epifanías como raras aves de la realidad, no explicarlas.
Precisamente, ¿qué efectos podría tener una explicación que desarrolle explícitamente el sentido estético de esos momentos especiales? Al igual que un gesto histriónico excedido de los límites que lo hacen gracioso o –peor aún- relatado por alguien sin gracia, una interpretación explícita corre el riesgo de quitarle su fuerza epifánica al momento representado. Así sucede, en cierto modo, con la propia explicación que le da Stephen a su amigo, luego de la cual ambos caminan en silencio, acusándose Stephen de haber rebajado las "imágenes eternas de la belleza" y sintiéndose por primera vez un poco incómodo en la compañía de su amigo; de modo que para volver a instaurar un clima de mayor familiaridad mira el reloj de Ballast Office, sonríe y le dice a su amigo: "no ha epifanizado todavía".
La lección es que la única manera de capturar una epifanía es mostrarla. No es que las epifanías no se puedan comunicar –por el contrario, el arte consiste en el intento de hacerlo por medio de palabras o imágenes-, sino que son difícilmente interpretables sin quitarles su sustancia estética. Una frase breve y precisa puede hacer más para transmitirlas que un envoltorio verbal innecesario. Además, la parte efectivamente comunicada abarca sólo la materialidad de un objeto memorable o vulgar, el indicio de que ese objeto es más que lo mostrado por los sentidos.
Precisamente, los sucesos relatados en Los muertos no se apartan de lo ordinario. En Dublín, una reunión navideña convoca, como todos los años, a familiares y amigos a la casa de tres mujeres dedicadas a la enseñanza y al cultivo de la música. Las pequeñas cosas que suceden revelan los tipos humanos y las relaciones entre las personas. Gabriel es conciente de la escasa profundidad espiritual de esa reunión, más aún, de su patetismo, pero debe obrar como sostén de los valores que en el fondo no aprecia, el patriotismo y la hospitalidad irlandesas.
Desde la llegada de los invitados hasta el momento de su partida se suceden las alternativas de siempre, las previsibles conductas y conversaciones. Se habla de ópera, se toca el piano, se recita un emotivo poema amoroso, se baila diferentes danzas y se come alegremente. Uno de los parientes interrumpe obstinadamente con su borrachera –como todos los años- las conversaciones, provocando risas y fastidio. Otro de ellos asume la tarea social de mantener el buen clima de la charla con chistes y comentarios destinados a hacer reír a las damas.
Para Gabriel, todo ese fluir de costumbres provincianas tiene la superficialidad y la falta de autenticidad de los encuentros rutinarios, de las celebraciones rituales. A pesar de que participa activamente de la fiesta, nos damos cuenta de que sus sentimientos tienen otro objeto. Sobre el marco de reunión familiar repetida se destacan varios signos –miradas, actitudes, comentarios- que dejan ver el amor profundo y auténtico hacia su esposa. Ese amor verdadero lo salva en gran medida de la inercia vital.
Su mujer, sin embargo, se muestra indiferente y ensimismada, no participa de la fiesta ni parece responder a los sentimientos de Gabriel. Luego de la reunión, ambos se marchan a un hotel, pero la intimidad que ahora tienen no deja de profundizar la distancia anímica que ella demuestra. Algo sucede en su interior que Gabriel no sabe. En la habitación del hotel, que el filme muestra con claroscuros de luz de luna, ella revela estar agobiada por el recuerdo de un amor intenso que tuvo en su juventud, y que fue revivido por una canción de amor que se cantó en la fiesta. Un joven –con el que sólo había paseado de la mano, "como hacen allá en el campo"- había muerto de neumonía por ir a su ventana durante las noches frías del campo cuando ella estaba por entrar en un convento, es decir, había muerto de amor por ella.
Esta revelación resulta completamente inesperada para Gabriel. Luego de muchos años de matrimonio, ha descubierto el carácter de episodio que tiene para la vida de su mujer, en contraste con el sitio que ella ocupa en su propia vida. Su mente vaga entonces entre distintas ideas, confundida por la necesidad de cambiar el sentido de cosas fundamentales. Las palabras finales del relato –acompañadas en el filme por imágenes de la nieve y de la habitación- son justamente las de su conciencia. Su mujer se ha dormido, él la mira sin resentimiento y como si fuera una extraña, pensando en el pobre papel que le ha tocado jugar en su vida. La imagina bella y joven, la razón de un amor y una muerte.

Fugazmente, le vienen a la mente los episodios de la fiesta, su tonto discurso, el vino y el baile, la tía Julia... Pronto, se da cuenta Gabriel, estará vestido de negro buscando palabras inútiles de consuelo con ocasión de la muerte de Julia. "Uno a uno –concluye- todos se estaban convirtiendo en sombras". La enseñanza que extrae de las imágenes que circulan por su mente es que resulta mejor pasar con valentía al mundo de la muerte, "en la gloria completa de alguna pasión, que marchitarse y desvanecerse tristemente con la edad". Se imagina entonces el amor de juventud de aquel joven hacia su esposa, cuya intensidad él nunca sintió. Su alma percibe incluso la región de los muertos, que vuelve incierta la existencia del mundo real. A raíz de un pequeño golpeteo producido por la nieve, mira hacia afuera por la ventana. En toda Irlanda, piensa, está nevando, incluso en el cementerio donde yace el joven que amó a su esposa. Como un elemento universal, imagina que la nieve cae sobre todo el universo, imagina que se encuentra "cayendo suavemente a través del universo y suavemente cayendo sobre todos los vivos y los muertos".

36 comentarios:

  1. Pobre Gabriel, no moja el churro, y ella pensando en aquel maromo que se le murió de pulmonía, o quizá no se murió de ello sino porque lo zuecos le encarnaron las uñas y se le gangrenó hasta las pestañas. Los de colorines son muy chulos, pero yo voy más a gusto con la babuchas de estar por casa. Cuando he ido a la nieve, lo que me he colocado ha sido unas botas hasta las rodillas, que me costaba hasta trabajo mover las patas.

    Un abrazo Aristos.

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    1. Ja ja ja Rafa si el maromo se hubiese calzado esa botas de las que nos hablas J. Joyce no hubiera tenido material para este cuento ja ja ja. Aunque como era Joyce seguro nos habría hecho un relato que dramatizara sobre las patas inmóbiles ja ja ja, hay algo de eso en la película que recomiendo ver en sus primeros 16 minutos, mover o no mover las patas puede corresponder al mismo principio de epifanía liberador ja ja ja.
      Eso de mojar el churro o no mojarlo a sido motivo de montañas de libros desde la misma Odisea hasta el momento ja ja ja.
      Gracias por tu jocosa participación amigo Rafa y seguimos en ello!!!
      Abrazos!!!

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    2. Rafa pásate por este blog donde se reafirma lo de la mojada de los churros:
      http://cartasenlanoche.blogspot.com/2011/09/cartas-sucias-de-james-joyce-su-esposa.html

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  2. Una de las funciones del arte en general es ubicarnos en un estado de epifanía tal que se pueda dar una metamorfosis en nosotros, cuando esto se da podríamos decir y sentir que el arte de verdad es una facultad de transformación, transformación que puede ser de liberación o todo lo contrario.
    Consciente como soy que esta página es leída por artistas meticulosos, meditadores de profundos niveles, y Poetas que más que adeptos a la poesía son amantes, para parodiar a nuestro gran Lorca, me aventuro a dejar este extenso texto crítico sobre la epifanía, que sé que será de mucha utilidad tanto para escritores como para lectores, tanto para pensadores como para meditadores y sobre todo para quienes ya tienen una práctica muy refinada de la crítica.
    En un futuro próximo en el blog http://u-topia1.blogspot.com/ se estará llevando a cabo alguna publicación que se relacionará con la lectura del Ulises de J. Joyce, novela que muchos consideran de gran dificultad. Esta publicación vale en principio como uno de los tantos aportes a la introducción de esa importante lectura de una obra imprescindible para estar en este siglo ja ja ja.
    Para quien se quiera interesar un poco más sobre esta obra dejo este enlace en pdf del cuento a que se refiere esta edición:
    http://anchaesmicasa.files.wordpress.com/2012/05/los-muertos.pdf
    También en youtube hay una película de John Huston sobre este mismo cuento:
    http://www.youtube.com/watch?v=KHrvf1tVTV4

    Y como se trata de ser generosos y superabundantes les recomiendo para evitar todo aburrimiento ja ja ja ver los primeros 16 minutos de esta película del mismo director:
    http://www.youtube.com/watch?v=MlnrHeNJQoQ

    Ya ustedes juzgarán entonces si una epifanía puede ser liberadora o esclavizadora, y hasta donde la literatura puede ayudar a conducirnos hacia las puertas de lo infinito...Y si esto ayuda además a concebir la misma muerte de un modo y manera muy diferentes a como nos la presentan en este frívolo mundo del espectáculo y del terror y del consumismo.
    Ahí les dejo a todos los aventureros dispuestos a asumir riesgos, ya saben una cosa es llamar al diablo y otra muy distinta es que este se presente ja ja ja...

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    1. Pdt 2: cuatro minutos nos han separado de una auténtica epifanía :))

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    2. Ja ja ja a veces de los encontronazos resultan auténticas epifanías, de hecho en el universo del "caos" la misma organización de la materia fue una auténtica epifanía de la que resultó otra epifanía como la vida ja ja ja

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  3. El corazón de Stephen seguía el ritmo de los movimientos de ella como un corcho el ascenso y descenso de la onda. Y comprendía lo que los ojos de ella le decían desde las profundidades del capuchón y comprendía que en un pasado obscuro, no sabía si en la vida o en el sueño, había oído ya antes su mudo idioma. Y le vio lucir para él sus galas: el bonito vestido, el ceñidor, las largas medias negras, y comprendió que él se había ya rendido mil veces a aquellos encantos. Y, sin embargo, una voz interna más alta que el ruido de su corazón agitado le preguntaba si aceptaría aquella ofrenda, para la que sólo tenía que alargar la mano James Joyce, Retrato del artista adolescente.

    El protagonista de esa novela es Stephen Dedalus, álter ego de Joyce. El apellido del personaje hace clara referencia a Dédalo, el arquitecto y artesano de la mitología griega constructor del famoso laberinto de Creta, donde estaba preso el Minotauro.

    Una revelación (o epifanía) convierte la vida de alguien próximo en un desconocido abriendo el laberinto de la vida de cada persona. Cuando vives un momento de profunda pasión que resulta difícilmente comprensible para quienes nos rodean, lo mejor es que esa emoción perfecta se muestre, imposible describirla.

    Jooo este fin de semana publicaré la reseña de Joyce, ¿esto es una epifanía o mera coincidencia?

    Besos!!

    Pdt: estupenda entrada

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    1. Estupenda entrada que, junto a tus comentarios, la revalida (no revaloriza). Magnífica ya, diría yo.

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    2. My intention was to write a chapter of the moral history of my country and I chose Dublin for the scene because that city seemed to me the centre of paralysis. I have tried to present it to the indifferent public under four of its aspects: childhood, adolescence, maturity and public life. The stories are arranged in this order. I have written it for the most part in a style of scrupulous meanness and with the conviction that he is a very bold man who dares to alter in the presentment, still more to deform, whatever he has seen and heard.

      Mi intención era escribir un capítulo de la historia moral de mi país y elegí Dublín como escenario porque esa ciudad me parecía el centro de la parálisis. He tratado de presentarlo al público bajo cuatro de sus aspectos: infancia, adolescencia, madurez y vida pública. Los relatos están dispuestos en ese orden. Escribí la mayor parte en un estilo de escrupulosa mezquindad, con la certeza de que es un hombre temerario quien se atreve a alterar la presentación o, peor aún, a deformar cualquier aspecto de lo que ha visto y oído.

      Esta es parte de una carta que enviara a Richard un 5 de mayo de 1906 donde manifiesta el propósito de esta obra. Irlanda esta-ba sometida al peso del Imperio Británico y su moral Victoriana protestante de extrema austeridad-mezquindad (scrupulous meanness) y pragmatismo al tiempo que el oscuratismo católico regía como asidero y protesta ante esa opresión. Qué coincidencias, protestantismo, catolicismo, austeridad, vuelven a jugar con esa scrupulous meanness en el presente de Europa.
      Las epifanías de Dublinenses y el Retrato de un artista adolescente son claves para la lectura del Ulises. Un ejemplo de una epifanía en Joyce es ese monólogo que dejo en la cabecera de la página...donde el amor es el germen y sustento de ellas!!!
      Besos querida U-topía

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    3. Gracias Bixen por tu comentario y apreciación.
      Saludos!!!

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  4. Por Dios, por Dios, pero que guarrada amigo Aristos. Lo he visto, y está más caliente que la plancha de un sastre.

    Abrazo amigo.

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    1. Ja ja ja ese era Joyce incitando siempre a mojar el churro y a calentar la plancha!!!
      Abrazos Rafa!!!

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  5. Hoy mi comentario será breve, a Joyce lo he leído muy poco (y eso que lo intenté, juro que intenté pasar de las primeras páginas, pero no pude).

    Las epifanías son bonitas, sobre todo cuando se desnudan. Pero es muy complicado saber cuándo lo van a hacer, siempre acaban cogiendo a un@ por sorpresa. Y es bueno que así sea.

    Un abrazo.

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    1. Lo inesperado y la sorpresa es uno de los aspectos y momentos apasionantes de las revelaciones y de las epifanías. Las dificultades de Joyce estriban principalmente en que revoluciona los modos tradicionales de concebir el tiempo y los tiempos en la novela, pero una vez hecha esta salvedad se puede adentrar en la riqueza de sus epifanías que denuncian situaciones humanas de todos los tiempos.
      Gracias por tu visita Ximo!!!
      Abrazos!!!

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  6. Leyéndote he tenido la impresión que esto de las epifanías tiene que ver con una toma de conciencia, con la capacidad de ver profundamente la realidad o una parte de la misma, tiene que ver con eso que los budistas llaman satori. Tampoco sé muy bien lo que quiere decir en este contexto lo de ver profundamente. A lo mejor puede ser algo obsceno y lascivo, como decía Joyce. Esa mirada de Joyce...

    Un abrazo Aristos

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    1. Lo obsceno y lascivo en este escritor es uno de los aspectos de lo humano que él aborda desde el arte del escribir, las epifanías tienen mucho que ver con la afirmación deseante y de amor de las personas, el vídeo que está en la cabecera de la página es un ejemplo de ello.
      La toma de consciencia en la literatura fue una preocupación y exploración constante dentro del modernismo, te dejo este fragmento de Las Olas de Virginia Woolf que habla sobre ello:
      “Examinemos, por un instante, un cerebro normal en un día cualquiera. La mente percibe miríadas de impresiones triviales, fantásticas, ya efímeras, ya grabadas con la precisión del acero. Ellas surgen de todas partes, en un incesante espectáculo de innumerables átomos, y a medida que caen, a medida que adquieren forma en la vida del lunes o del martes, el acento cae diferente al de antaño; el momento de importancia ocurrió aquí y no allá; de modo que si el escritor fuera un hombre libre y no un esclavo, si pudiera escribir lo que desea y no lo que debe, si pudiera basar su obra en su propio sentimiento y no en convencionalismos, no habría trama, ni comedia, ni tragedia, ni interés amoroso, ni catástrofe en el estilo establecido. La vida no es una serie de lámparas dispuestas sistemáticamente; la vida es un halo luminoso, una envoltura semitransparente que nos rodea desde el nacimiento de nuestra conciencia hasta el fin. ¿No es acaso la tarea del novelista coger este espíritu cambiante, desconocido, ilimitado, con todas sus aberraciones y complejidades y con la menor mezcla posible de los hechos exteriores y ajenos?”
      http://es.paperblog.com/las-olas-de-virginia-woolf-48887/

      Abrazos amigo Jaal

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  7. Esas galochas son los zuecos, en Galicia, o las almadreñas, en Cantabria. Es calzado que todavía está en uso en las zonas rurales, especialmente los días de lluvia o nieve.De lo demás... un escrito muy denso para mis entendederas.

    · un abrazo, maestro.

    · CR · & · LMA ·


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    1. Ja ja ja gracias por tu información sobre las almadreñas de Cantabria. De lo demás...ja ja ja se trata precisamente de no entender.
      Tus publicaciones son un claro ejemplo de epifanías.
      Abrazos Artista!!!

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  8. ... Joyce busca en toda su obra la manifestación de algo espiritual, que trascienda lo percibido pero que sólo sea aprensible a través de los sentidos: las epifanías se encarnan, a menudo en los momentos más ordinarios, insignificantes y fugaces. De hecho, un valor espiritual se resalta mejor en el contexto de lo ordinario, y el valor eterno de un significado queda mejor grabado en el momento más evanescente....

    Como un elemento universal, imagina que la nieve cae sobre todo el universo, imagina que se encuentra "cayendo suavemente a través del universo y suavemente cayendo sobre todos los vivos y los muertos".

    Hermosooo!

    Descubrir ésos momentos en una obra literaria ilumina, enciende, destella...un disparador que activa sensores, con algo que podría ser trivial o banal como un minúsculo copo de nieve...

    Un abrazo amigo Aristos.

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    1. Y ni te cuento, cuándo ésos momentos se experimentan fuera de un contexto literario, por ejemplo viendo desfilar a las hormigas cargadas de pequeñas hojitas, o frente a una puesta de sol incendiando el horizonte, o un escarabajo durmiendo en una galocha sobre un suave colchón de arena jajaja.

      sublime!

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    2. Querida Adriana como en la poesía hay varias formas de abordarla, una es como asistir a un espectáculo y ver pasar los eventos, otra es imbuirse en ella y fundirse desde un ritual, ritual que nos abandona en la divinidad de lo existente, en su fluir vibrante y constante. Esta es la revelación o epifanía, la desalienación de la consciencia o su conexión con la conciencia universal en el macro y micro cosmos.

      Sublimes y epifánicos besos entonces querida Poeta Adriana Alba!!!

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  9. Según he leído el título me ha venido a la mente la frase final de la novela de Hemingway “no preguntes por quien doblan las campanas, doblan por ti” que hace referencia a un poema de Jhon Donne hablando de que la muerte de cualquier hombre nos disminuye, porque todos somos pedazos de un único continente, la humanidad. Me voy, perdón:)

    No puedo bucear en lo profundo de este escrito ARISTOS, me pierdo en la meticulosidad y concienzudo análisis de los datos, pero adoro los detalles. La diferencia entre lo ordinario y lo extraordinario está justo ahí. Las cosas o instantes minúsculos e inapreciables pero densos que en una novela se desarrolla durante páginas y páginas y en una película puede condensarse en la manera en la que mira un actor e incluso ni aparecer. En esos detalles a veces se concentra la esencia de una obra, que no hace falta que sea si quiera literaria.. los detalles son los que nos llegan a lo más hondo del corazón, para matarlo o para dale vida. Gabriel, es el último personaje del último cuento de Joice...quien tras recorrer con los anteriores la infancia, la juventud y la vejez, nos cuenta en este que los muertos están muchísimo más presentes entre los vivos de lo que nadie supone, hasta el punto de que él, Gabriel, envidie la vida de un muerto... alguien que sigue vivo en la mente de su esposa. Nadie muere mientras permanezca en nuestro recuerdo.

    Un beso muuy grande mi querido ARISTOS... en mi tierra, de donde yo soy, el Bierzo, a los zuecos se les llama galochas...cuando llegué a Galicia, nadie sabía lo que eran las galochas y todos los llevaban en los pies:)

    Meeencanta la nieve, pero aquí, no deja de llover... jamás he usado galochas, son muy pesadas y además no es nada fácil caminar con ellas, solo katiuskas para chapotear en los charcos jaja

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    1. "Mejor pasar atrevidamente hacia el otro mundo en la gloria total de alguna pasión, que desvanecerse y marchitarse deprimentemente con la edad"
      Esta clase de calzado simboliza la manera de relacionarse con el tiempo y la naturaleza en la sociedad donde ha sido formado Gabriel, su dureza aislante alcanza al mismo corazón. De ahí que la enamorada de su esposa rechaza este modo de protegerse pues su amor continúa vivo bajo la tierra y la nieve que cae en toda la geografía.
      Imposible que Juan Rulfo no hubiese leído esta serie de cuentos sobre los muertos!!! ja ja ja.
      No sé si habrás visto que hay galochas con suela de madera liviana y cubierta de cuero que se manejan muy fácilmente, además de ser supercómodos!!!
      Besos a montón desde la gloria total ja ja ja querida María!!!

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    2. Ya en sentido práctico y fuera de lo simbólico lo mejor para terrenos húmedos, inundados y fangosos lo mejor de lo mejor son las katiuskas, sin discusión ja ja ja
      Mas besos!!!

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    3. A parte de lo simbólico de la galocha literariamente hablando, te aseguro que también es un calzado que ha pasado al baúl de los recuerdos, desgraciadamente ha sido sustituido por toscas botas de goma, las hacía artesanos a manos que me temo también están en la gloria, aquí en Galicia las hacían con madera de roble ( carballo en galego:-) por eso eran tan pesadas, yo solo me subí en ellas para jugar y me preguntaba como podían mover los pies con tantísimo peso amén de los equilibrios que hay que hacer para no irte de morros... a mi meeencantan las katiuskas de colorines, tu modelo de galochas moderno nunca lo he visto jaja... quizá los holandeses sigan usando sus zuecos para recoger tulipanes ;))

      A la primera de tus frases, AMÉN... sin duda que sí jaja ya de morir, que sea con las botas puestas ... muaaaaaaaaaaakkkss!

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  10. A parte de la lección que me has dado con tu post de hoy, también he aprendido, ni se sabe, con los comentarios de arriba. No soy muy lectora de Joyce y es evidente.
    Además, por María me acabo de enterar de que en algunas zonas de España también se llama a los zuecos galochas. No tenía ni idea.
    En fin que me ha resultado muy educativo el ratito que he pasado en tu casa.
    Besos.

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    1. Ja ja ja Joyce al igual que las galochas solo es usarlas un poco y ya pronto viene la adaptación y el gusto!!! ja ja ja
      Me alegra que te hayas informado con esta publicación.
      Gracias por tu visita y comentario!!!
      Besos!!!

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  11. La literatura, y el arte en general, es una epifanía. A veces, como en el cuento que comentas, es algo breve y fulgurante que alumbra brevemente una zona de sombra. Otras, un manto de luz que muestra una realidad entera ante nuestros ojos.

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    1. Muy acertado tu comentario, cuando el arte nos procura esa epifanía se puede ver la inmediata transformación en las personas en todos sus aspectos de existencia. El arte no es un mero espectáculo, es un ritual de metamorfosis.
      Abrazos!!!

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  12. Qué maravilloso texto este tuyo que nos lleva desde la más humilde albarca a la tensión sublime de la literatura. Gracias.

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    1. Un lector y escritor de oficio y profesión como el Profesor Pedro que experimenta y vive la epifanía literaria sabe perfectamente de lo maravilloso que siempre está esperando más allá de las palabras.
      Saludos!!!

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  13. La literatura o arte de manejar las palabras nos salva, como lo hace el cine, la pintura, la escultura, la fotografía y la música (este arte debería haberlo puesto el primero en la lista, pero bueno está).
    Las historias de unos personajes las aprehendemos, las hacemos nuestras y nos emociona meternos en la piel del otro y vivir lo que nuestra realidad, insulsa muchas veces, no nos permite.
    Besos

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    1. Hay un arte que incluso puede estar primero que el de la música, y es el arte de pasear a caballo o con el caballo para mejor decir, eso es una verdadera epifanía que bien puede conducir o soportar a todas las demás. Vivencias de ese tipo cuando las encontramos en el arte, como en la música o en las otras manifestaciones estéticas hacen que armonicemos con la sinfonía universal de la vida..
      Besos querida Ginebra!!!

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  14. Aristos muchas gracias por la felicitación y el "regalo" está la titi para mojar pan.

    Fuerte abrazo.

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  15. Es verdad, pasear a caballo es, para mí, la epifanía por excelencia. Este invierno está siendo muy lluvioso y eso me impide hacer mis rutas de fines de semana. Esta imposibilidad me entristece y suelo tener el ánimo decaído, así es que, efectivamente, ese es mi refugio desde el que vuelo sobre las cosas inmundas que nos rodean.
    Besos

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  16. A mí mejor búscame descalza.
    Todo lo que me oprima los pies llámese como se llame, va a ser que como me impediría andar, como que no lo quise, no lo quiero, ni me servirá para caminar...
    Besos, mi Caribe!!!

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