De nuevo recuperando la
normalidad dentro de la anormalidad ja ja ja.
Hace algunos días recordaba a mi
amiga Sasha. Cuando la vi por primera vez, era la intérprete de un maestro
chino que pasaba por esta ciudad para dictar un seminario sobre meditación y
otros alcances de sabiduría oriental enfocados al arte. Estoy hablando ya
pasados ocho años cortos. En ese evento nos habíamos acostumbrado a esa
especial relación llena de humor y gracia que ella lograba entre el conferencista
y nosotros los participantes. Llegado el jueves se presentó otra intérprete con
muchas dificultades para hablar en español. Nos esforzamos entonces para
interpretar y adivinar muchas veces lo que la nueva traductora trataba de
comunicar desde el maestro. Al final de la charla como era normal preguntamos
acerca del cambio de intérprete, la misma muchacha quien era amiga de Sasha se
encargó de explicar lo sucedido. Pudimos entenderle que la noche anterior
mientras Sasha salía de un centro comercial y
se disponía a abordar su auto salen unos asaltantes le piden las llaves,
ella se las da, le arrebatan el bolso y uno de ellos la tira del cabello
dándole un empujón lanzándola por unas gradas que bordeaban el parqueo, no pasó
nada grave, dijo, solo moretones, y “tiene la cula negra, toda”, ella regresará el lunes.
Ja ja ja de ahí en adelante fue
imposible cuando volvimos a ver a Sasha no asociar siempre con ella lo de “la
cula negra”.
Hace ocho años todavía quedaban
algunas zonas de esta ciudad que uno podía sentir seguras, libres de la
delincuencia. Ya no es así y el noventa por ciento y más estamos con la
constante zozobra de un repentino asalto.
Nunca en mi vida había sido
objeto de tales intentos, hasta hace unos quince días. Siendo apenas las 7.30 pm
recibí un mensaje de un vecino: “Hombre salta muro de tu casa, cuidado”, mi
vecino vio saltar uno pero ya había otros adentro tratando de abrir la puerta
del lado izquierdo que creyeron más fácil de violentar. Lillo mi otro amigo
perro parecía un demonio ladrando a rabiar mientras se oían los golpes de las
barras contra la puerta. Tengo una escopeta calibre doce semiautomática de esas
que se usan para caza mayor y como recomiendan los instructores de la academia
de tiro me parapeté ja ja ja detrás de una pared apuntando hacia la puerta por
donde entrarían los bandidos. Por fortuna el vecino aplicó una de las
contingencias del protocolo que habíamos acordado e hizo sonar una sirena para
alertar el resto de vecinos, lo que a mí en medio del susto y del agite de la
situación se me olvidó por completo, hacer sonar las sirenas, primer paso!!!
Eso fue suficiente para que los pillos salieran huyendo.
Para mí todo resultó bien sin
consecuencias mayores, lo más lamentable fue para Lillo que debido a su
avanzada edad sufrió una subida de presión sanguínea que vine a notar hasta el
otro día cuando me percaté que si mucho ladraba unas tres veces y se quedaba
afónico. Camino con él cerca de kilómetro y medio diariamente y esa mañana
llegó apenas hasta los doscientos metros. Luego de una placa el veterinario
detectó líquidos en el tórax pero sin rastro tumoral, lo que me tranquilizó.
Luego de unos medicamentos él ya está mucho mejor pero aún no recupera su plena
capacidad de abuelo ja ja ja.
Ahora instalé muchas más medidas
de seguridad, cercas eléctricas, alarmas ultrasensibles, cámaras…etc, todo un
búnker inexpugnable ja ja ja.
Hace poco me visitó Sasha con su
esposo y su padre, un sociólogo pensionado de la academia pero no de la
sociología con quien a veces comparto largas conversaciones. Fue el padre de
Sasha quien me regaló hace tiempo ya una semillas de arúgula, desde entonces
este vegetal no hay día que no lo coma, se presta para infinidad de platos,
siempre en compañía de su combinación perfecta, el aceite de oliva. Mis
invitados son otros aficionados a la rúgula o rúcula como también se le conoce
así que mientras departíamos estas bondades de allá del Mediterráneo,
comentamos la grave situación del crecimiento de la delincuencia en todas sus
modalidades en este país donde la pobreza avanza inmisericorde contra las
mayorías.
Al final me expresaron su pesar
por la salud de Lillo y su alegría porque no hubo más que lamentar, y sobre
todo que no me quedó “la cula negra, toda” ja ja ja