“He aquí la isla donde nacimos, todavía enarbola la tierra ante
nosotros un enigma y una canción: un enigma para la tierra y una canción para
el cielo. ¿Acaso existe entre el cielo y la tierra algo capaz de transportar la
canción y resolver el enigma salvo nuestra propia pasión?”
De Gibran Jalil Gibran en El Jardín del Profeta
Nada...
ResponderEliminarLa pasión posee ese poderoso transportarnos más allá de cualquier barrera y horizonte.
Besos isleños, mi Caribe.
Mi nunca olvidado Filósofo, después de tantos días de vacaciones por tierras suramericanas y europeas, me detengo un rato a descansar posando mis ojos sobre la lectura de esta entrada que publicas. Entre el enigma y la canción media la pasión que abraza y que sacude al ser humano que ha sido capaz de trascender, que ha dejado de ver lo que se ve para mirar lo que está más allá de lo tangible; La poesía que es el parto del poeta es, para mi, la canción que se eleva al cielo y que abre el camino entre el precipicio de lo feo y el paraíso de lo bello, por eso mismo, los poetas con su capacidad de asombro han sido capáces de plantearse la utopía de lo nuevo, del Ser que trasciende, la utopía de la belleza en el marco de una Sociedad que se gobierna por si sola y que no precisa de esa máquina de represión que se llama Estado. Los poetas están llamados a resolver el enigma de la Tierra, todos los enigmas nacidos de la Tierra y enterrados en la Tierra, los poetas que se comprometen a partir de su conciencia, los poetas que luchan y no claudican, los que no andan ni plantean verdades a medias; en ese orden de ideas me gustan el Poeta José Celaya cuando dice:
ResponderEliminarCuando ya nada se espera personalmente exaltante,
mas se palpita y se sigue más acá de la conciencia,
fieramente existiendo, ciegamente afirmando,
como un pulso que golpea las tinieblas,
cuando se miran de frente
los vertiginosos ojos claros de la muerte,
se dicen las verdades:
las bárbaras, terribles, amorosas crueldades.
Se dicen los poemas
que ensanchan los pulmones de cuantos, asfixiados,
piden ser, piden ritmo,
piden ley para aquello que sienten excesivo.
Con la velocidad del instinto,
con el rayo del prodigio,
como mágica evidencia, lo real se nos convierte
en lo idéntico a sí mismo.
Poesía para el pobre, poesía necesaria
como el pan de cada día,
como el aire que exigimos trece veces por minuto,
para ser y en tanto somos dar un sí que glorifica.
Porque vivimos a golpes, porque a penas si nos dejan
decir que somos quien somos,
nuestros cantares no pueden ser sin pecado un adorno.
Estamos tocando el fondo.
Maldigo la poesía concebida como un lujo
cultural por los neutrales
que, lavándose las manos, se desentienden y evaden.
Maldigo la poesía de quien no toma partido hasta mancharse.
Hago mías las faltas. Siento en mí a cuantos sufren
y canto respirando.
Canto, y canto, y cantando más allá de mis penas
personales, me ensancho.
Quisiera daros vida, provocar nuevos actos,
y calculo por eso con técnica, qué puedo.
Me siento un ingeniero del verso y un obrero
que trabaja con otros a España en sus aceros.
Tal es mi poesía: poesía-herramienta
a la vez que latido de lo unánime y ciego.
Tal es, arma cargada de futuro expansivo
con que te apunto al pecho.
No es una poesía gota a gota pensada.
No es un bello producto. No es un fruto perfecto.
Es algo como el aire que todos respiramos
y es el canto que espacia cuanto dentro llevamos.
Son palabras que todos repetimos sintiendo
como nuestras, y vuelan. Son más que lo mentado.
Son lo más necesario: lo que no tiene nombre.
Son gritos en el cielo, y en la tierra, son actos.
Un abrazo filósofo.
No concibo el vivir sin enigmas.
ResponderEliminarUn beso